
Voy a empezar este post con una afirmación de esas de… existen dos tipos de personas: los que identifican los problemas (y se quejan de ellos) y los que aportan soluciones, o dicho de otro modo más poético, los que leen mapas y los que dibujan el suyo, los que hacen que las cosas sucedan.
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¿Sabes lo que me ha pasado estos últimos meses? Pues que me he cruzado más a menudo que de costumbre con estos dos tipos de personas. Los dos extremos. Así que mi cabeza se ha puesto a dar vueltas sobre el tema. Fíjate tu que con la cantidad de cosas que tengo que hacer que además me he puesto a filosofar. Es lo que tiene que el sueño llegue tarde.
El riesgo de leer mapas
Cuando lees mapas, cuando sólo expones problemas, terminas haciendo las cosas que otros han decidido por ti, porque las soluciones las ponen otros. Tu sólo sigues el camino que alguien ha pintado. Y normalmente no te gustan las vistas. Claro, las ha pensado otro que no gobierna tu vida, ¿o si?
- Vendo arena y mis clientes ya no me encuentran, pongo un cartel… en el desierto
- Necesito agilidad en mi equipo, implanto procesos manuales para mantener el control
- Mis clientes compran a través de la web y el móvil, yo los sigo buscando en la calle
- Quiero conocer el ROI de mis acciones, implanto KPIs vanidosas
- Invertir en la transformación digital de mi empresa es caro, no calculo lo que supone no hacerlo.
Y es que nos han enseñado a hacer las cosas de una manera determinada, la que “siempre” ha funcionado. Siguiendo los pasos que siempre se han seguido, los que dicta el procedimiento. Si arriesgas, te puedes equivocar. Si confías en otra cosa, te puedes equivocar. Si cambias, te puedes equivocar.
La paradoja es que ya no funciona.
[piopialo vcboxed=»1″]Es más fácil leer que dibujar mapas, porque dibujando expones parte de ti.[/piopialo]
Hacer que sucedan las cosas se puede aprender
Aquí viene la parte filosófica: ¿Es innato o aprendido la aversión al cambio?
Voy a ahorrarte los devaneos y te doy directamente mi conclusión: Es aprendido.
Creo que desde pequeños “nos programan” para no pensar más allá de lo establecido.
Absorbemos mucho aprendizaje basado en el conocimiento pero descuidamos el aprendizaje emocional y social, que son los disparadores para que te preguntes cosas, que observes tu entorno y seas capaz de hacer que las cosas sucedan.
Se trata de recuperar habilidades para crear diferente, para dibujar, aportar y exponerte mostrándote excelente, saliendo de lo convencional, de lo aprendido, para crear tu propio mundo.
Y como soy más de dibujar que de leer lo que otros escriben por mi, estamos lanzando un proyecto que me tiene apasionado por lo que implica, y digo estamos porque lo llevo a cabo junto a mi amigo Cesar, en un colegio y con niños de 6º de primaria, donde el único objetivo es aprender a crear tu propio mundo.
Prometo contarte todos los detalles más adelante. Sólo te adelanto que con 11-12 años, la semilla viene de serie para hacerlo, ya te lo contaba en este post. Nada más hay que regar.
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